Keyra de Salieri


SoÑaNdO jUnTo Al HoMbRe De Mi ViDa

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★】̶ۣۜḜse fuego interno que solo ciertas personas consiguen arrancarte de tu almẶ̶ۣۜ ★】

★】Aprender a volar significa amar el viento ★】

El tiempo que dedicas a tu rosa es lo que hace que sea tan importante para ti...

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sábado, 25 de mayo de 2013

La Rosa Negra



  Sus tacones resuenan por toda la mazmorra. Su capa negra ondea en el aire por la corriente. Su rostro oculto bajo la capucha con la vista fija al frente.

  Las cadenas no tardan en oírse, los presos se acurrucan al fondo de sus celdas pues ese sonido solo puede significar una cosa: una nueva misión de la Rosa Negra.

  Se oye cada vez más cerca, rompiendo el silencio sepulcral. Un hombre ensangrentado es arrastrado por los siervos de la Rosa. Unos seres fríos como el hielo…Vampiros…De inconfundibles ojos carmesí, tan rojos como rubíes, su piel pálida cuya única debilidad es la luz del sol. Llevan al reo a la misma sala donde desapareció la misteriosa mujer, repleta de artilugios de tortura.

  La mujer espera de espaldas, ya sin la capa, su larga melena morena cayendo por su espalda, el corset negro ciñendo su cintura, los pantalones de cuero y las botas altas por encima de la rodilla. En su mano, enroscado como una serpiente sostiene el látigo terminado en tres garfios  afilados de plata.

  Colocan al hombre de espaldas en un marco de madera con las muñecas y los pies atados por grilletes. Sobre su cabeza colocan una capucha negra y con una cuerda la ciñen al cuello. Los siervos se retiran y se colocan en formación con los brazos cruzados.

  Ella se da la vuelta lentamente, observando al reo y la gravedad de sus heridas, sus profundos y perspicaces ojos violetas lo escudriñan en busca de mordeduras. 

Acerca su rostro al oído oculto del reo y susurra:

-            -¿Eres un lobito? – clava sus largas uñas negras en sus costillas traspasando la piel.
-            -No sé de qué habla… - acierta a decir tras un grito que retumba por toda la mazmorra.
     -Bien, veamos si esto te refresca la memoria… - clava las uñas de la otra mano en su otro costado haciéndole gritar de nuevo retorciéndose.
-           -No…No…- todo su cuerpo convulsiona por el dolor.

  Sus tacones suenan de nuevo alejándose del reo. Despliega el látigo que tintinea en el suelo al contacto de los ganchos. Descarga el látigo sobre el marco de madera.

-           -La próxima no fallaré…¡¡Habla!

  Por toda respuesta leves gemidos. Descarga de nuevo el látigo esta vez desgarrando la carne del reo que trata de zafarse de las ataduras. Vuelve a descargar una y otra vez hasta que el reo se desmaya. Sus heridas comienzan a llenarse de yagas reaccionando a la plata.

  Deja el látigo ensangrentado colgando del marco, coge un cuenco y empieza a espolvorear su contenido por las heridas abiertas de su espalda. El reo despierta del golpe agonizando de dolor.
-        -La sal cura las heridas…¿No crees? – sonríe con malicia – Vas a decirme donde se esconden los rebeldes… Krave, traela…

  Él asiente y sale a toda velocidad, sigiloso. Regresa con una mujer atada de pies y manos dejándola caer sin mucha delicadeza. La cara totalmente deformada por los golpes, sus manos sangran por donde deberían estar las uñas, la ropa rasgada y heridas del mismo látigo.

-           -Ahórrale sufrimiento, aunque los hombres no son muy dulces que digamos. Y ya ha pasado un infierno…- silencio por respuesta. Rodea a la mujer de rodillas frente a ella y clava una uña donde antes habría una suya. El grito es atronador - ¿Dudabas de que fuera ella? Pues ya lo ves, habla.

Tras un largo silencio y varios intentos de levantar la cabeza para asentir.

-           -Están…En el…Valle Oscuro…Soltadla… - susurra.
-           -Así que el Valle Oscuro. Cogedles, nos vamos de caza.
  Coloca una rosa negra en las manos de la mujer, se pone la capa y desaparece por la puerta haciendo sonar sus tacones contra la fría piedra de la mazmorra.

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