"Tu amor y piedad la marca bien mitiga
que escándalo vulgar grabó sobre mis cejas;
pues ¿qué me importa quién ni bien ni mal me diga,
si tú mi mal repintas y mi bien me dejas?
Tú eres mi todo-el-mundo, y mi saber aúno
de mis vergüenzas y virtudes en tu lengua;
nadie más para mí, ni yo para otro alguno,
que mi sentido helado altere en gracia o mengua.
En tan profundo abismo eché todo cuidado
de otras voces, que, de culebra que es mi oído,
a crítico y a adulador está sellado.
Mira tú cómo yo reparto mi descuido:
tú estás tan fuerte en mi sentir y mente inserto
que todo el mundo, salvo tú, lo siento muerto.
(O bien: que la prudencia de escuchar prima por encima de la capacidad de hablar de más)
Hay dedicatorias no escritas que me ponen la piel de gallina...
que escándalo vulgar grabó sobre mis cejas;
pues ¿qué me importa quién ni bien ni mal me diga,
si tú mi mal repintas y mi bien me dejas?
Tú eres mi todo-el-mundo, y mi saber aúno
de mis vergüenzas y virtudes en tu lengua;
nadie más para mí, ni yo para otro alguno,
que mi sentido helado altere en gracia o mengua.
En tan profundo abismo eché todo cuidado
de otras voces, que, de culebra que es mi oído,
a crítico y a adulador está sellado.
Mira tú cómo yo reparto mi descuido:
tú estás tan fuerte en mi sentir y mente inserto
que todo el mundo, salvo tú, lo siento muerto.
Que todo el mundo, salvo TÚ, lo siento muerto."
William Shakespeare. Sonetos CXII(O bien: que la prudencia de escuchar prima por encima de la capacidad de hablar de más)
Hay dedicatorias no escritas que me ponen la piel de gallina...
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